AVISO PARA NAVEGANTES

Impresiones como público en el ejercicio de temas

de la oposición a la Carrera Diplomática

Asistir en Madrid a alguna sesión del ejercicio de temas en la oposición a la Carrera Diplomática es casi un rito iniciático para aquellos que han decidido aventurarse en este parcours du combattant. Generalmente, se realiza en el primer año con el objeto de familiarizarse un poco con una situación de “fuego real”. Al realizarse relativamente tan pronto, sin una visión de conjunto de los temas, sin haberlos estudiado con un mínimo de profundidad, el nuevo opositor no logra alcanzar a percibir la totalidad de los matices que sí puede observar algún opositor con convocatorias a la espalda.

El nuevo opositor suele quedarse en una impresión: que el candidato hable fluido, que los temas en su contenido “suenen”, que se respeten los tiempos, que no entre en conflicto con ningún miembro del tribunal, que se responda a las preguntas que se le pueda plantear… Por el contrario, un opositor de colmillo ya más doblado goza de una experiencia que le permite ir mucho más allá, sin que por ello se convierta en oráculo de Delfos y pueda anticipar el tormento o el éxtasis del examinando como se verá más adelante.

Circunstancias particulares llevaron a quien escribe, opositor de larga experiencia, a pasar una jornada entera en Madrid durante el ejercicio de temas de la última oposición (2016). El día de autos fue una jornada de diciembre, prefiriendo no ser más específico. Esa jornada estaban citados cuatro candidatos, a quienes para mantener el anonimato, llamaremos respectivamente candidatos A, B, C y D. La distribución, como de costumbre ese año en ese ejercicio, era de dos candidatos por la mañana y dos por la tarde.

Tras los oportunos formalismos dio comienzo la prueba. El candidato A no tuvo demasiada suerte con los temas y abandonó tan pronto oyó los temas en suerte. A diferencia de otros años, el tribunal no insistió demasiado en que lo intentase, en que se quedase. No debió de haber muchas renuncias este año, a juzgar por la cara de estupor de la conserje. Poco después fue llamado el siguiente candidato, el B. Le tocaron temas de dificultad estándar, tirando a fácil. Su exposición fue fluida y el contenido ajustado. Se notaba que no era el mejor candidato que hubiese pisado jamás esa sala, pero francamente no lo hizo mal. En las preguntas posteriores a los temas tuvo un margen de acierto estándar, de un 60 o 70%. Sin embargo, quizás ahí clavó su suerte. Un miembro del tribunal le hizo una pregunta del sentido “¿Ha oído usted hablar de la Fundación…?” No puedo reproducir el nombre de la fundación porque a pesar de la larga experiencia y dedicación jamás quien escribe ha oído mencionar esa Fundación. El candidato notó el touché e intentó salir de esta diciendo que no, que no recordaba… Por los gestos del examinador se podía percibir su asombro de que no supiese algo aparentemente tan evidente. Repitió la pregunta en el sentido ¿Pero no sabe nada de…? A lo que el candidato buscaba aire donde fuese. Finalmente, el profesor soltó la presa no sin antes exclamar un sonoro “no hay más preguntas”. Otro miembro del tribunal, quizás intentando salvar al candidato le recordó que no había mencionado algo relevante del tema de Historia (le había tocado el de la España de Franco, pero que “no tenía importancia, era algo más propio de otro tipo de exámenes”. El resto de profesores hizo preguntas asequibles. Un miembro del Tribunal, mujer, fue particularmente activa a lo largo de toda la jornada. Preguntaba de todo y en todos los temas y a todos los candidatos y no dejaba escapatoria: “le he preguntado esto y no otra cosa, responda a la pregunta”.

El candidato C abrió la sesión de la tarde. De la composición del Tribunal sólo repitieron con respecto a la sesión de la mañana el presidente y la miembro que más preguntaba. El opositor C tuvo la suerte de su lado. Le tocaron temas fáciles entre los más fáciles (las fuentes del DI público, Keynes…) Lo hizo francamente bien. Muy asertivo en la exposición, sin dudas aparentes. En las preguntas, ninguna a “matar”, tuvo un margen de acierto alto, alrededor de 70-80%.

El candidato D cerró la jornada. Le tocaron temas tirando a difícil (ley de extranjería, la balanza de pagos, el tema de la competencia de la UE…). Correcto en la forma pero flojo en el contenido. Navegó siempre entre generalidades en todos los temas. No entró en la evolución de la normativa de extranjería, ni en las distinciones del tipo tránsito, residencia… En el tema de la balanza de pagos, no mencionó ninguna sub balanza por ejemplo, ni nada de efectos de desequilibrios, ajustes… En el tema de la competencia, más de lo mismo. En el apartado de las preguntas sus aciertos no irían más allá del 60% aunque con algunas perlas. Ante su insistencia en mencionar la cursa IS LM en el tema de balanzas (?), la profesora de economía no pudo menos que preguntarle por el significado de esas siglas, a lo que el examinando sólo acertó a decir que IS significaban inversión ahorro, “pero que en ese momento no sabía lo que significaban LM”. Tampoco tuvo un momento de gloria cuando la Secretaria le recordó algo que había dicho (y bien, dígase de paso) en el tema del primer grupo y le preguntó si se reafirmaba, a lo que el examinando primero dijo que sí, luego que no y luego “que se quedaba con lo que había dicho”. Se pueden cubrir todas las opciones, pero de esta forma…

Hay que decir que todos los candidatos respetaron escrupulosamente los tiempos, aunque también es verdad, que la experiencia dejaba ver que alargaban hasta lo imposible las pausas, los silencios. Siempre dio la impresión de temas cortos, sin el contenido suficiente. El presidente jamás hizo ninguna pregunta ni tampoco miró a los opositores ni tomó ninguna nota. El paso de la parte de exposición de temas a las de las preguntas se hizo siempre con la misma fórmula: “a continuación los miembros del tribunal si lo estiman conveniente podrán plantearle preguntas al objeto de que pueda ampliar aspectos que por la premura de tiempo no ha podido abordar en su exposición”.

Visto lo visto, quien escribe, con su experiencia, podría pensar que el candidato C debería aprobar holgadamente y que el candidato B y D se moverían en esa zona gris tan amplia y difusa donde cualquier matiz en la valoración del tribunal, cualquier palabra que un miembro soltase o que otro se guardase podría decidir su suerte. En fin, lo previsible.

Pues no. Al publicarse las notas, el candidato C aprobó muy justo, el candidato B suspendió ¿Y el candidato D? Pues una de las mejores notas del ejercicio. El candidato A se habrá marchado a casa pensando que el año siguiente volverá mejor preparado y se comerá al Tribunal. El candidato B le dará vueltas a su ejercicio y siempre encontrará fallos (inevitables en un ejercicio de una hora y en esas condiciones) que le habrán hecho suspender. El candidato C pensará que el nivel debe ser muy alto, porque con lo bien que lo hizo sólo ha podido aprobar justo, pero que por lo menos está dentro y el candidato D pensará que esto no es tan difícil como lo pintan y que él, casi sin darse cuenta, aprobó.

Nada más lejos intentar desanimar a nadie, pero todo el mundo debería ser consciente de donde se mete.

Le Chevalier Blanc.