Enero de 2018.
Entrevistamos a Marc Sánchez Ruiz, diplomático, acerca de las oposiciones y sus posibles nuevos rumbos.
Diplotaxis: En un mundo cada vez más cambiante e incierto, ¿qué vale la oposición española, aquí y ahora?
Marc Sánchez: La oposición, además del bagaje intelectual que ofrece, permite el acceso a la alta función pública, a una profesión maravillosa y brinda la oportunidad de contribuir a mejorar el país desde el ámbito de las relaciones internacionales.
DTS: Conocemos a opositoras-es de largo recorrido, cuya preparación supera los 10 años, con su consiguiente impacto mental y físico. El sistema británico elimina estas perennes incertidumbres, al cooptar los diplomáticos a sus futuros colegas y luego formarlos. ¿Es compatible dicho sistema con la idiosincrasia española?
M. S.: Cada país tiene su sistema y no conozco ningún modelo perfecto. Algunos ponen límite de intentos, otros se nutren casi exclusivamente de estudiantes de unos pocos centros académicos. Los hay que hacen un ensayo-entrevista y otros que exigen cálculo matemático y deducción lógica. En el caso de España una reforma de esta oposición debería enmarcarse en un ejercicio de reflexión global para el conjunto de los procesos de acceso a la administración pública, en particular a la alta función pública.
DTS: Desde 2016 los idiomas optativos se ven reducidos a uno. En Diplotaxis hemos tenido y seguimos teniendo opositores provenientes de facultades de traducción e interpretación, que hacen un considerable esfuerzo en cuanto a derecho, economía, RR. II., y contaban con los facultativos para mejorar su nota global, habiendo llegado uno de ellos a presentar 7 lenguas en total: su decepción es grandiosa. Se pensaba que en diplomacia era bueno contar con varios idiomas. ¿Hay realmente tan pocos medios que no se pueda costear la presencia de asesores para varios idiomas optativos? ¿Cabe esperar que se vuelvan a autorizar más opcionales?
M. S.: La cuestión de los idiomas optativos es una de las más debatidas de la oposición. No creo que fuera malo permitir más idiomas, pero en todo caso dudo que sea una cuestión de costes el no hacerlo. Creo más bien que aún no se ha llegado a una fórmula que satisfaga plenamente y que vamos a seguir viendo cambios en este apartado.
DTS: ¿Qué prueba era para Ud. la más temida? ¿Cómo finalmente la superó?
M. S.: El cante de temas. Es tremendamente duro llevar doscientos temas en la cabeza una mañana. La sensación de no estar plenamente preparado para aprobar siempre te acompaña, pero al final es un ejercicio que se supera con mucho trabajo y la confianza que te brindan tus preparadores, que suelen saber más de tus capacidades reales que tú mismo en esos días de enorme presión.
DTS: Permítanos una pregunta de orden íntimo: ¿en algún momento pensó en abandonar?
M. S.: Dudé mucho antes de empezar, estuve varios años madurando la idea mientras hacía otras cosas. Pero cuando empiezas, tienes que ser cabezota.
DTS: ¿Cuántas horas al día cree se han de dedicar a la preparación para tener razonables posibilidades de éxito?
M. S.: Yo soy de los que creen que cualquier persona puede aprobar esta oposición. La cuestión de las horas de trabajo no revierte por tanto en las posibilidades de éxito, sino en el número de años que tardarás y el consiguiente coste físico, mental, económico, familiar, etc. Si empiezas a las 7h30 y acabas a las 22h (algunos lo hacen) puedes aprobar más rápidamente que si estudias 4 horas al día. De ahí que sea muy larga la oposición de quienes tienen que trabajar al mismo tiempo.
DTS: Sabido es que en Francia, para acceder a la ENA (Escuela Nacional de Administración), la competencia entre opositores es brutal, llegando a arrancar las páginas esenciales de ciertos libros de la biblioteca para que los demás no dispongan de esos datos. En España parece haber más camaradería entre opositores. ¿Puede confirmarlo? En cualquier caso, ¿cómo se explica este rasgo cultural?
M. S.: Yo creo que depende de cada persona, por un lado, y de la academia en la que prepara, por otro. Algunas academias fomentan la cooperación y creo que es la mejor vía. No es una oposición contra otras personas, sino contra versiones menos preparadas de uno mismo. Además, al concluir, es esencial fomentar relaciones de amistad y compañerismo dentro de la Escuela Diplomática y en el Ministerio.
DTS: ¿Recomendaría visitas a Embajadas o Consulados para tener una visión de cómo funcionan en otros países?
M. S.: Recomendaría prácticas, pero desearía que fueran remuneradas.
DTS: Nos dijo un Embajador de España que si bien el francés ya no es obligatorio, sigue siendo indispensable para desenvolverse en la diplomacia moderna. ¿Cuál es su opinión al respecto?
M. S.: Estoy de acuerdo con esa afirmación, aunque ello no impide que uno se forme en lengua francesa una vez aprobada la oposición. De hecho, el Ministerio ofrece clases de inglés, francés y alemán a sus trabajadores.
DTS: Por último, ¿qué consejo daría a los futuros diplomáticos?
M. S.: Pensadlo bien y, si os decidís, id a por todas.