VERSION du CONCOURS 2003
Le jardin est beau, et fut sans doute naguère admirable, car ce complexe hôtelier remplace une vieille résidence princière.El jardín es hermoso, y fue muy probablemente hasta hace poco admirable, pues este complejo hotelero ocupa el lugar de una antigua residencia principesca.
Pero el afán de lucro hizo que recientemente se sustituyeran parte de los umbrosos senderos por un segundo hotel que es todo verticalidad, con formas gelatinosas, como si salieran de un molde. Recién estrenado, está abocado a futuras convenciones y bodas, mas por ahora nuestros pasos resuenan en él como en un vacío sonoro.
Un tercer hotel, algo más antiguo, erige más abajo su fachada de hormigón escueto. El pabellón del Príncipe todavía existe, unido por un pasillo al edificio en el que nos hallamos; construido en este estilo Luis XVI tan propio del período Meiji, se utiliza a su vez para recepciones privadas, nupcias y rodajes televisivos, si bien un amigo, hombre de gusto él, me certifica que este recreo un tanto espectral resucita de verdad una vez al año, cuando unos allegados al Príncipe, que todavía vive, le brindan una fiesta en lo que otrora fue su morada.
Muy cerca, una verdadera capillita traída de otro lugar, un viejo edículo reservado a la ceremonia del té, que se abre a veces para turistas curiosos para con este rito cuyo sentido se les escapa, inyectan algo del Japón de antaño en semejante conjunto de industrias hoteleras.
Ahora bien, las verdaderas deidades, los auténticos objetos de arte, tornasolados y sinuosos, que avivan o alteran con cada uno de sus latidos su colorido de piedras preciosas, son las carpas y doradas del diminuto estanque, antes almas de las aguas que peces.
Me evocan a aquel legendario pintor que dedicó su vida a plasmar el hermoso deslizamiento de las carpas por entre las hierbas y cuyos bocetos, una vez lanzados al agua, se tornaban en seguida peces de verdad.
Pienso en las princesas Taira, ahogadas durante una batalla naval en el Mar Interior y metamorfoseadas en doradas, siendo ahora su piel lo que otrora fue su hábito de seda pintada y dorada.
Unos hombres de negocios, olvidando por un instante la energía nuclear y la cotización del yen, mujeres de la boda que cargan con niños, todos vienen a ver cómo estas bocachas blandas engullen las bolitas que se prepararon para ellas. No les sucederá a estas carpas prestigiosas lo mismo que a las que se despedazan a diario, palpitantes aún, en forma de lonchas de sushi. Su belleza y singularidad las protegen.
[ Marguerite YOURCENAR * , Le tour de la prison ]
La llegada al poder de una de las organizaciones más radicales de la guerrilla palestina cambió la política de Israel: dejó de alentar los enfrentamientos entre Hamas y Al Fatah para aliarse ahora exclusivamente con Al Fatah contra Hamas.
Israel ha recurrido al embargo económico agobiante de la franja como arma principal contra Hamas, consciente de que si los palestinos asociaban la hambruna y la miseria con la presencia de Hamas en el Gobierno acabarían por retirarle el apoyo. La maniobra fue eficiente, pero no decisiva. Así y todo, Hamas quedó tocada y su postura se volvió mucho más flexible.
Hamas sigue ejerciendo el poder en Gaza en detrimento de Al Fatah y de la política israelí, que no puede excluir eventuales nuevos ataques terroristas desde el territorio controlado por Hamas.
De ahí que ahora Israel haya vuelto a la política de enfrentar a los dos partidos palestinos, apoyándose fuertemente en el hecho de que cualquier nueva agresión armada desde la franja - indiferentemente de su responsable- desencadena un nuevo bloqueo económico.
Las guerrillas vieron en ello su oportunidad y comenzaron a lanzar moderados ataques con cohetes de fabricación casera, de muy escaso poder destructivo. Pero son una agresión. Además, socavan grandemente el prestigio local de Hamas, ya que por una parte esta organización proclama a los cuatro vientos la lucha a muerte contra el Estado de Israel y por otro lado encarcela a los guerrilleros que atacan a Israel desde la franja de Gaza.
La venue aux affaires de l’une des organisations les plus radicales de la guérilla palestinienne avait infléchi la politique d’Israël, ce dernier ayant cessé de pousser le Hamas et le Fatah à l’affrontement et s’alliant désormais au seul Fatah contre le Hamas.
C’est alors qu’Israël fit usage d’un blocus économique accablant pour la bande, arme suprême s’il en fut à l’encontre du Hamas, sachant que, si les Palestiniens en venaient à associer disette et misère à la présence du Hamas au sein du gouvernement, ils finiraient par lui retirer leur soutien. Si la manœuvre s’avéra efficace, elle n’en fut pas pour autant décisive. Toujours est-il que le Hamas a accusé le coup, sa position devenant bien plus souple.
Le Hamas continue d’exercer le pouvoir à Gaza, au grand dam du Fatah et de la politique israélienne, laquelle ne saurait exclure l’éventualité de nouvelles attaques terroristes provenant du territoire contrôlé par le Hamas.
Aussi Israël en est-il à ce jour revenu à la politique consistant à opposer les deux partis palestiniens, fort de la certitude affichée que toute nouvelle agression armée à partir de la bande – quel qu’en soit par ailleurs le responsable – déclenchera un nouvel embargo économique.
Les guérillas y ont vu leur chance : ainsi ont-elles commencé d’opérer des attaques modérées en usant de roquettes artisanales, d’un pouvoir de destruction fort limité. Mais encore s’agit-il là d’agressions. Par ailleurs, lesdites attaques minent lourdement le prestige local du Hamas, car si d’une part cette organisation prône urbi et orbi la lutte à outrance envers l’État d’Israël, de l’autre elle emprisonne les guérilleros frappant Israël à partir de la bande de Gaza.
[ Hamas , par Valentín POPESCU , in LA VANGUARDIA du 18-VII-2008 ]
¿Quién no conoce el cuadro de Turner, La rama dorada? La escena, bañada en el resplandor dorado de la imaginación en la cual la mente divina de Turner impregnó y transfiguró incluso el paisaje natural más hermoso, es una visión de ensueño del pequeño lago silvestre de Nemi —“El espejo de Diana”, como lo denominaban los antiguos. Nadie que haya contemplado aquellas aguas tranquilas, contenidas en un hueco de las colinas Albanas, las podrá olvidar jamás. Los dos típicos pueblos italianos apaciblemente amodorrados en sus orillas, y el palacio igualmente italiano, cuyos jardines abancalados descienden de forma abrupta hasta el lago, apenas rompen la tranquilidad e incluso la soledad de la escena. La propia Diana puede hallarse todavía en esta solitaria orilla, rondando todavía estos agrestes bosques.
En la Antigüedad, este paisaje silvestre fue la escena de una tragedia extraña y repetida. En la orilla norte del lago, directamente debajo de los escarpados acantilados sobre los que señorea el pueblo moderno de Nemi, se hallaban la sagrada arboleda y el santuario de Diana Nemorense, o Diana del bosque.
El lago y la arboleda se conocieron a veces como el lago y la arboleda de Aricia. Pero la ciudad de Aricia (La Riccia de nuestros días) distaba unos cinco kilómetros, al pie del monte Albano, y estaba separada por un descenso abrupto del lago, que se encuentra en un hueco con forma de cráter en la ladera de la montaña. En esta arboleda sagrada crecía un árbol redondo, alrededor del cual a cualquier hora del día, y probablemente hasta bien entrada la noche, se veía merodear una figura adusta. Llevaba en la mano una espada desenvainada, y no dejaba de escudriñar cautelosamente todo cuanto estaba a su alrededor, como si esperase en todo momento la agresión de un enemigo. Era sacerdote y asesino; y, pronto o tarde, el hombre a quien buscaba acabaría por asesinarle y le sustituiría en el sacerdocio. Tal era la regla del santuario. Un candidato al sacerdocio podía únicamente suceder al cargo matando al sacerdote, y, tras darle la muerte, retenía el cargo hasta ser asesinado por alguien más fuerte o más astuto.
El puesto que ocupaba de forma tan precaria conllevaba el título de rey; pero sin duda ninguna cabeza coronada vivió más inquieta o fue visitada por sueños más diabólicos que la suya. Porque, año tras año, en verano o en invierno, con buen tiempo o con tiempo desapacible, debía mantener su acecho solitario, y cuando lograba conciliar un sueño accidentado, ponía su vida en peligro. La más mínima relajación de su vigilancia, toda disminución de la fuerza de su brazo o de su destreza de defensa hacían peligrar su vida; las canas podrían sellar su sentencia de muerte. Para los pelegrinos amables y píos que visitaban el santuario, verle podía ensombrecer el hermoso paisaje, como cuando una nube oculta el sol en un día despejado.
El azul etéreo de los cielos italianos, la sombra moteada de los veraniegos bosques y el centellear de las olas bajo el sol concordaban mal con aquella figura severa y siniestra.
[ Sir James George FRAZER, The Golden Bough (1890) ]